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- Historia de la Moda: el little black dress, el vestido negro que lo cambió todo en la moda
La quintaesencia de la elegancia, la prenda imprescindible del armario femenino. Esta es la historia del petite robe noire, la creación de Gabrielle Chanel que revolucionaría el armario de la mujer para siempre.
El little black dress es la quintaesencia de la moda, la prenda imprescindible del armario femenino, la más democrática de todas (con permiso de los vaqueros). Es el lienzo en blanco a partir del cual cualquier mujer puede construir y definir su estilo y la prueba definitiva para cualquier diseñador.
Ahora mismo, es fácil encontrar un vestido negro colgado en el armario de cualquier mujer, es más, es el color predilecto para vestir de muchas mujeres, incluso en total look. Pero hace un siglo, esto era algo impensable. El negro era un tono asociado al luto, prácticamente el color de la antimoda. Las mujeres lucían tonos pasteles o tonos brillantes y vivos como los que proponía Paul Poiret, hasta que Gabrielle Chanel decidió revolucionarlo todo con la sencillez implacable de su petite robe noir.
Uno nunca está mal vestido o demasiado elegante con un vestidito negro. Karl Lagerfeld.
Lo cierto es que el negro siempre sería el color de Chanel. La diseñadora, pasó su infancia en el convento de Aubazine, rodeada de túnicas, monjas y austeridad tonal. ¿Fue aquella su inspiración? Puede ser. El color más clásico y austero de todos sería el que verdaderamente revolucionaría la moda porque haría a la mujer despojarse de todo lo innecesario para abrazar la verdadera elegancia sin artificio, la prueba definitiva del estilo: quién brilla con el petite robe noir posee una elegancia innata.
Sería en 1926 cuando el vestido negro alcanzase su popularidad. En Octubre de ese mismo año la revista Vogue publicó una foto en la que se mostraba un diseño de líneas sencillas, manga larga, escote a la caja y un mini plisado frontal. El vestido estaba únicamente aderezado con algunas joyas (esencialmente perlas) y la revista lo calificó como El Ford de la moda, por ser la pieza de vestuario que querrían tener todas las mujeres.
Su diferencia radical partía de su silueta sencilla y práctica. Ahora la mujer podía conducir, hacer deporte, bailar y disfrutar. Necesitaba liberarse de corsés y modas voluptuosas para poder formar parte de la nueva vida activa de los años 20 y este era su vestido, el vestido de la mujer emancipada.
"Gracias a mí, las niñas pobres pueden vestirse como las niñas ricas" -Coco Chanel.
Chanel hizo posible que todas pudieran ser (o al menos parecer) elegantes. Su vestido negro fue el comienzo de la democratización de la moda. Ya no importaba solo el lujo sino el estilo. No solo lo que se llevaba sino cómo se llevaba.
El vestido negro también tendría una interpretación sexy y exhuberante, fue la que le dieron las 'dark ladies' de Hollywood, actrices que encarnaban papeles sensuales de mujeres fatales y cuyo vestido negro su herramienta perfecta de seducción; Marilyn Monroe en Los caballeros las prefieren rubias (1953), Ava Gadner en Forajidos (1946) o Rita Hayworth en Gilda (1946)... Ellas hicieron suyo no el vestidito sino el vestidazo negro.
Aunque si hay una figura del cine que elevó el vestido negro a icono absoluto de elegancia, esa sería Audrey Hepburn y su vestido de satén negro firmado por Givenchy para la película Desayuno con diamantes (1961)
Antes de eso, en la década de los 50, el petite robe noir también vivió su etapa existencial en París de la mano de Jeanne Moureau o o Juliette Greco que, enfundadas en negro reclamaban también su belleza interior.
Los años siguientes traerían consigo la revolución de la juventud; la música, la libertad, la contracultura de los jóvenes que ya no quieren parecerse a sus padres ni, por supuesto, vestir como ellos. En estos momentos el little black dress parece algo del pasado, un vestido de discreto y recatado que a las chicas jóvenes no les resulta apetecible. Prefieren las minifaldas de Mary Quant o los diseños de una joven promesa que se inspira en la calle para sus propuestas de moda; Yves Saint Laurent.
El creador llegará a proponer también su propia versión del vestido negro, joven y mini como este de Catherine Deneuve, pero también exploraría versiones más exhuberantes y sexys, como la que diseñó con un gran escote en la espalda cubierto de encaje.
Por su parte, Cristobal Balenciaga, el más purista y perfeccionista de todos los diseñadores, crearía la versión a su medida: un negro ultra elegante de líneas abstractas.
Tendría que llegar la década de los 80 para que la maison Chanel retomase con fuerza su vestido icónico. El prolífico diseñador Karl Lagerfeld fue el elegido en 1983 para continuar el legado de Gabrielle Chanel, tomó lo principios de la casa y los versionó a su manera. El vestido negro se presentó primero en forma de trajes de noche exquisitamente bordados con abalorios y motivos orientales. Después, el petite robe noire tomaría todo tipo de formas, tejidos y estilos; de chifón, tul o encaje. Ultraclásico, punk o minimalista.
"Los tiempos cambian y la única manera de sobrevivir es cambiar con ellos" , afirmaría el káiser.
En la colección de 2005, Karl Lagerlfeld presentó una colección de OI basada en su mayoría, en versiones contemporáneas del little black dress. El creador conseguía hacer suya una de las prendas más icónicas de la legendaria casa francesa y la perpetuaba en el tiempo.
Los italianos también tendrían su propia versión del little black dress. Arquitectónico y perfecto de la mano de Gianfranco Ferré, elegante y minimal en Armani, mediterráneo en Dolce & Gabbana o ultrasexy en Versace.
Domenico Dolce y Stefano Gabbana tomaron como referencia a la mujer siciliana y dieron forma a su propia visión del vestido negro; sencillo, ajustado y sensual. En la colección de OI 2015, el dúo creativo homenajeó a la mamma italiana con toda una serie de vestidos negros llenos de puntilla, tul y encaje al más puro estilo de la casa.
Por su parte, en 1994 Gianni Versace presentó al mundo una colección hipersexy, donde los vestidos tenían aberturas estratégicas (y a veces imposibles) y se cerraban decorativamente con imperdibles. Imposible de olvidar la première de Cuatro bodas y un funeral con Liz Hurley enfundada en un vestidazo negro que acentuaba sus curvas.
En esa misma época, el minimalismo traería consigo vestidos negros de estilo antagónico; austeros y minimalistas, como volviendo a los que Coco Chanel crearía en sus inicios. Hablamos de las propuestas de Jil Sander o Prada, que consideraban que el vestido perfecto era el que quedaba despojado de todo elemento innecesario, el más simple pero también el más complejo.
En los 90 también se quedaría grabado en el imaginario colectivo de la mano de las cuatro protagonistas de Sexo en Nueva York y la portada de su primera temporada. Imposible de olvidar el bautizado como vestido de la venganza de Lady Di. O el de que aquella raja imposible de Angelina Jolie. El vestido negro como declaración de intenciones.
LBD, un clásico infalible
Hoy en día ya no corresponde a un solo tipo de mujer, sino que cada una de nosotras lo hacemos nuestro; rompedor o sencillo, provocativo o austero... El petite robe noir ha interpretado todos los papeles y aún tiene un largo futuro por delante.
En la casa Chanel, el legado de su fundadora sigue vigente y Virginie Viard es ahora la encargada de darle vida acorde con los tiempos; en su mano lo hemos visto romántico pero también rockero, chic pero nunca cursi. Como la misma Gabrielle dijo, "la moda pasa pero el estilo permanece". Larga vida al little black dress.
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